El flamenco, una de nuestras señas de identidad

El flamenco se ha convertido en un arte propio dentro de la música no sólo española, sino mundial. Casi sin quererlo es uno de los signos de identidad de la marca España en cualquier rincón del planeta, y eso que en un principio se consideraba una forma de cante y baile de clase baja, propia de gente del pueblo llano; pero de alguna manera, consiguió entrar en los corazones de toda la sociedad, y hoy en día es una forma más de expresión artística, siendo objeto de estudio y de investigación propios.

Este tipo de cante era propio de los gitanos que vivían en Andalucía, que mezclaron su forma de cantar con las danzas populares de la región. Pronto, se identificó esta raza con el flamenco, pero aquello sólo fue el principio; de repente, esta forma de expresión se convirtió en todo un género artístico propio, que fusionaba el cante y el baile y lo marcaba con unas características especiales. Y poco tiempo después, cobró tal difusión que se extendió por el resto de España, y en menos de un siglo, por todo el mundo.

Puede gustarte o no este género musical, pero nadie puede negar su complejidad y las enormes cualidades que se deben tener para su ejecución. Tanto en su expresión vocal como en la escénica, los artistas, cantaores y bailaores, necesitan de ciertas condiciones que den a sus voces y a su bailes ciertas características propias, y pueden convertirse en maestros cuando realmente alguna de ellas se convierte en únicas. Tenemos así a verdaderos maestros en cante como Camarón de la Isla, José Mercé o Estrella Morente; en toque (forma de llamar la música de guitarra en el flamenco), como Tomatito o Paco de Lucía; y al baile, Antonio Canales o Sara Baras. Todos ellos estrellas recientes, pero que fueron precedidos por muchas otras, y que comparten este universo de maestros con otros grandes nombres.

El flamenco ya traspasa fronteras, su expansión por Latinoamérica ha sido grandiosa, y no digamos su repercusión en un país tan ajeno a las costumbres españolas como Japón (como curiosidad, allí se han abierto más escuelas de flamenco que las que hay en nuestro país). Así que más allá de tus gustos musicales, debes reconocer que estamos ante una completa expresión de arte genuino y con identidad propia, y has de saber apreciarlo y sentirte orgulloso de él; porque oye, ser conocido en el mundo por algo así no es nada malo, ¿no te parece?